Cierto es que no está pasando por su mejor momento de forma, pero Ernesto Valverde olvidó a Paulinho en el momento clave, el choque de vuelta de los cuartos de final de la Champions de Roma.
El brasileño, que comenzó como un tiro la temporada después de llegar con una gran forma física del fútbol chino, ha ido reduciendo su presencia a medida que su gasolina comenzaba a entrar en la reserva.
Revulsivo ante el Getafe, cayó de pie en la Liga Española. Fue decisivo también en la victoria de los azulgranas en San Mamés y las alabanzas comenzaban a ser su día a día a medida que el año agonizaba, con grandes partidos ante el Valencia en Mestalla, un doblete ante el Deportivo en el Camp Nou y una fantástica actuación en el 0-3 del 'Clásico' del Bernabéu.
El nuevo año mantuvo las buenas prestaciones de Paulinho, que rescató al equipo con un gol clave en Anoeta, aunque tres días después sería protagonista en la inesperada primera derrota del equipo desde la Supercopa, ante el Espanyol en la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey.
Jugaría en Sevilla ante el Betis (0-5) y tanto en la ida (1-0) como en la vuelta (0-2) de la semifinal copera, sus últimos grandes choques hasta la fecha. Desde entonces, un cansancio y una pesadez que parecía contagiarse paulatinamente de la de sus compañeros, aunque Paulinho sí que jugó más de una hora aceptablemente en la ida ante la Roma (4-1).
Tras el primer partido ante los romanos, no tuvo minutos ante el Leganés y, aunque parecía que Valverde lo podía estar reservando para la batalla de Roma, también se quedó a cero en el Olímpico. El entrenador azulgrana estuvo tentado de jugársela por él en varias ocasiones, pero acabó descartando la posibilidad, quedando condenado uno de sus talismanes (sólo una derrota en el campo) a ver la debacle azulgrana desde el banquillo.