La eliminación del Barcelona a manos de la Roma en la Champions League dejó varios señalados en el terreno de juego y uno aún más importante en el banquillo. Valverde se equivocó en el planteamiento y no supo rectificar a tiempo cuando el partido pedía cambios.
Alabado durante toda la campaña por sus excelentes decisiones, Ernesto Valverde decepcionó en el momento más importante para los azulgranas, con la Liga prácticamente ganada y la final de Copa ya asegurada.
El ex entrenador del Athletic no supo ver las preocupantes señales que dejaron el partido de Londres ante el Chelsea y el de hace una semana en el Camp Nou ante la misma Roma.
Planteó un partido bastante defensivo sabedor de que la ventaja de la ida ponía un pie y medio del Barcelona en las semifinales y fracasó con estrépito tras caer ante un equipo en clara cuesta abajo en el campeonato italiano.
El Barcelona fue un fantasma sobre el Olímpico en la primera mitad, con Iniesta, Rakitic y Busquets desaparecidos y con un Sergi Roberto que no encontró su sitio en el centro del campo tras tanto tiempo en el lateral.
La segunda mitad, con los constantes avisos de la Roma, no hizo reaccionar a Valverde, que tuvo varias tentaciones de sacar a Dembélé y a Paulinho, pero que acabó apostando por André Gomes como sustituto de Iniesta cuando el partido ya estaba 2-0.
Ni entonces optó el entrenador del Barcelona por hacer variaciones, pues la entrada de Dembélé y Paco Alcácer, a la desesperada, se produjo ya sin tiempo y cuando el partido estaba 3-0 y la eliminatoria totalmente perdida.
Por qué no apostó antes por hombres de refresco cuando la línea medular estaba fundida sólo lo sabe él, que empezó la temporada rotando bastante y ha terminado por recurrir prácticamente al mismo once de manera constante en la fase más importante de la temporada.