La marcha de Neymar es una cicatriz más simbólica que deportiva. Escoció su adiós, pero le marchan las cosas de cine al Barça de Valverde. Eso sí, el futuro, si ha de estar guiado por Coutinho y Dembélé, exige mucho más. Su dueto en La Rosaleda fue un traíler de lo que pueden ser. Aunque aún está verde, la sociedad de los 300 millones facturó en La Rosaleda su primera obra.
Con el asterisco de un Málaga alicaído y frágil, ahí quedan los primeros esbozos de su calidad. Arabescos, cambios de ritmo y una asistencia el francés; un golazo de tacón y hambre de agradar el brasileño. Sin Messi, no hacía falta en un choque así, los dos eran las estrellas de Valverde. Así lo entendieron y jugaron para deleitar.
Y, por momentos, asociándose entre ellos, como quedó demostrado en el 0-2. Ese sí fue un gol de 300 kilos. Le metió velocidad dentro del área Dembélé y en el área pequeña Coutinho tiró de varita con un taconazo perfecto para frustrar a Roberto.
Partido plácido
Antes de eso, Luis Suárez había demostrado que dos balas en un minuto son demasiadas para irse sin presa. Roberto le negó el 0-1 en una gran estirada; segundos después, incomprensiblemente solo en el area, cabeceó a las mallas el centro de Jordi Alba, que sin Messi también sabe divertirse-
De no ser por la eliminatoria contra el Chelsea a la vuelta de la esquina, el Barça podría haberse dado un buen banquete. Técnicamente, el partido se acabó un minuto después del 0-2, con un cortocircuito de Samu, que aterrizó en el tobillo derecho de Jordi Alba de manera violenta.
El resto del choque fue un pacto de no agresión. El Barça no forzó, aunque Dembélé quiso su golito y Coutinho el doblete; el Málaga intentó no desmoronarse. José González, impotente en la banda como desde hace varias semanas, tardó un mundo en mover ficha.
Valverde se preocupó más de reservar a sus laterales que a sus puntales. Así que sobró media hora de partido.
En boxes
La exigencia no siempre será tan baja para los azulgrana, menos ahora que se le empina el camino. El 'sparring' blanquiazul no fue un ensayo general para la Champions, sí una hoja quitada del calendario liguero y un buen laboratorio para Dembélé y Coutinho.
Lo de Stamford Bridge sirve como mejor espejo de lo ocurrido en La Rosaleda. Para el Málaga, no obstante, es la perfecta semblanza de su triste caída en barrena hacia Segunda División.
Cuando juegan el último contra el primero no caben medias tintas. Los únicos escenarios imaginables son una proeza o una goleada. Pero los dos polos de la Liga ya no parecen aptos para el milagro: el líder acabará líder y el colista será colista.