El Málaga de Primera se acabó en Valencia, aunque oficialmente lo será en la jornada 38. El Málaga de Primera de la década prodigiosa había arrancado en el Calderón. Aunque, simbólicamente, lo consiguió el 15 de junio de 2008.
Con ese doblete de Antonio Hidalgo al Tenerife y ese final interruptus, cuando la afición de La Rosaleda invadió el campo y tiró abajo una portería antes de que Pino Zamorano decretara el final. Ahí quedan las imágenes de aficionados por la Avenida de la Rosaleda transportando los tres palos calle arriba como recuerdo imborrable.
Como son la multitud de recuerdos que se lleva el equipo blanquiazul en su hasta luego de plata. El penalti que Aranzubía le paró a Apoño para cerrar la puerta de Europa. El manotazo de Caballero a la Liga en el Calderón. Los chistes de Joaquín, que tenía mucha más gracia aún regateando y centrando. La chilena de Baptista en el añadido para que todos los malaguistas se acostaran líderes por una noche.
Las exhibiciones de "Tou-Tou-Toulalan", el ladrón de guante y pelo blanco. Los números históricos de Jesús Gámez. La conquista espectaclar del Camp Nou con la picardía de Juanmi. La casta gigante de 'Papelito' en envase mini. Los gritos de "Munúa, métele" para que no le metieran goles. La exhibición en el Bernabéu insuficiente ante los cuatro tantos de Higuaín.
Las muñequeras y los cabezazos de Rondón a gol. Las faltas botadas con la derecha o con la izquierda de Cazorla. El orgullo de equipo con nueve hombres ante el Valencia, Mestalla y Rubinos. La Copa de los malos tragos. Las siete vidas de Weligton, el granjero que se convirtió en mariscal, y los siete pulmones de Camacho.
Los Samus jugando a Zipi y Zape. Las barbacoas que impidieron disfrutar de la imponente planta de Helder. El gol olímpico de Duda en San Mamés. Las celebraciones fanáticas del luso en sus continuos goles al Sevilla. El día en que Quincy alquiló el alma de Messi en La Romareda. El estajanovismo de Muñiz y Tapia. Los galones de Demichelis y el descaro de Ontiveros.
Eliseu, con sus locuras y sus golazos. Los récords con cara de niño de Juanmi y Fabrice. Los sombreros de Isco entre varios valencianistas para recordarle a Emery lo gordo que estaba. Kameni, ahora te quiero, ahora no te entiendo.
La madurez exprés de Fornals. Los goles de Sandro, para actualizar el recuerdo vivo de los pases de Sandro. Las vueltas a casa de Juanito, Fernando o Albert Luque. La nariz rota de Mtiliga en el codo de Cristiano...
Y cientos de recuerdos más aquí no contados que sólo el que ha vivido intensamente esta década prodigiosa entenderá a la perfección y se llevará como consuelo para empezar a invocar desde ya la vuelta a la élite.