El nieto de Emma Brown creció en las polvorientas calles de Clara Town, una de las barriadas de Monrovia, capital de Liberia. Pocos entonces apostaron porque aquel muchacho con talento para el fútbol lograse llegar siquiera a jugar en Europa.
Pero Weah, a base de constancia, lo logró. Es su gran fortaleza, no se amilana ante los retos. Y su carisma y personalidad son dos de sus activos que le han ayudado a llegar a lo más alto. Porque Weah nunca olvidó de donde venía.
10 de marzo de 2018
Liberia es un estado particular dentro del heterogéneo conglomerado africano. No fue una colonia al uso. Los europeos apenas pasaron de establecer unos pocos puestos comerciales en la Costa de la Pimienta, como era llamada la zona.
En su lugar, quienes se establecieron en la zona, quienes la colonizaron, fueron esclavos liberados procedentes de los Estados Unidos de América. Veían en África la 'tierra prometida', y en Liberia, la consecución de ese sueño de, como el propio nombre indica, libertad.
Así, en 1847, tras unos veinte años de 'colonización', Liberia se declaró independiente. La minoría afroamericana gobernó a la inmensa mayoría de nativos (en torno al 95% de la población).
Tras siglo y medio, la élite américo-liberiana fue derrocada, y dos guerras civiles sacudieron al país, hasta que a comienzos del nuevo milenio la paz volvió a Liberia.
En ese periodo turbio de la historia de Liberia fue cuando Weah desarrolló prácticamente toda su carrera como futbolista. Llegó a Francia en 1988, procedente de Camerún, y tras jugar en Mónaco y PSG, el Milan le fichó.
Fue en la capital lombarda donde Weah alcanzó la gloria. Fue elegido como Balón de Oro en 1995, siendo el primero y hasta la fecha último futbolista africano en lograrlo.
15 de marzo de 2018
Colgó las botas en 2003, y entonces miró a Liberia. Era famoso y tenía un objetivo en mente, hacer de su país un lugar mejor. Iban a tener lugar las primeras elecciones democráticas en décadas.
"Durante la guerra, la gente se mataba entre ella y no lo podía soportar. Cuando la mujeres en el mercado y los niños en las calles venían a mí y me decían que no confiaban en los políticos, y me pedían que fundara un partido para ellos, lo hice", comentó Weah en una entrevista reciente, como nos recordó la revista 'Panenka'.
Se presentó a las elecciones de 2005, pero salió derrotado por Ellen Johnson-Sirleaf, primera mujer presidente de África. Las elecciones no fueron todo lo transparentes que debieron (una constante en Liberia, todo sea dicho), y Weah amenazó con impugnar la elección, pero no lo hizo.
Weah salió derrotado porque Liberia, aunque le idolatraba, desconfiaba de su capacidad para gobernar. Ellen Johnson-Sirleaf había estudiado en la prestigiosa universidad de Harvard, y atacó con dureza a su rival tachándole poco menos que de analfabeto.
El hoy presidente aprendió la lección, y en vez de empecinarse en derrotar a Ellen Johnson-Sirleaf, se hizo a un lado. No se presentó a las elecciones de 2011. No era rival para la presidente, nombrada Nobel de la Paz ese año.
En 2014 comenzó de nuevo su carrera hacia la presidencia. Se presentó a senador por el condado de Montserrado y arrasó. El 78% de los votos tuvieron su nombre. Y la popularidad de su universitaria rival estaba en decadencia.
El senador Weah se presentó entonces a las elecciones presidenciales de 2017, y logró ser elegido con el 61.5% de los votos en la segunda vuelta. Lo había logrado.
"Tengo la intención de construir la mayor maquinaria de gobernanza a favor de los pobres de la historia de este país", dijo en su toma de posesión. Un discurso emocionante y cargado de ilusión que Liberia, al menos la inmensa mayoría de su población, a la que el adjetivo desfavorecida se le queda escaso, espera que cumpla.