Si el Madrid tuviera que ser un villano de cómic, ahora mismo sería el 'Dos Caras' de Batman. Como el ex fiscal de Gotham, ha pasado de serlo todo, a tocar fondo tras no reconocerse en el espejo. La moneda al aire de cada partido volvió a favorecer al rival, y el Levante, que había estudiado las deficiencias defensivas de este equipo, se llevó un punto que sabe oro en forma de oxígeno.
Un gol de Sergio Ramos pareció allanar el camino y encarrilar otra goleada. Se sentía cómodo y pegador el Madrid en unos muy buenos primeros minutos de Benzema. Se puso por delante, rozó el segundo, y de repente se aburrió. Echó el freno, consciente de la superioridad, y fue dando alas a un Levante aferrado al orden y a la velocidad.
El metodismo de Muñiz aprovechó los regalos tal y como hizo en el Bernabéu. Parapetados y con el colmillo afilado para hincarlo cuando apareciera la oportunidad. Con Morales descosiendo las espaldas de Marcelo y Sergio Ramos, Boateng fue el encargado de igualar el partido y convertir el partido de Orriols en una montaña rusa. La Liga del Madrid se ha convertido en una atracción de feria. Y los días que abre, nada suele salir bien. O entra pero no sale, o sale por mal camino.
El empate trastocó al equipo al borde del descanso. Las muecas del 'otra vez' ensombrecieron los rostros de Cristiano, Ramos o Modric. Si queda alma en este equipo, es gracias al croata. Ha vuelto tras el bajón físico y ahora mismo es el mejor jugador del Real Madrid. Aguantó Zidane lo que pudo, pero reaccionó a tiempo y sacrificó a Bale (desaparecido a niveles de 2017) para quitarle las cadenas a Isco. Tardó en conectarse el malagueño, pero cuando encendió la bombilla acabó subiendo el 1-2 al marcador. La peleó bien Benzema, que forzó un inexplicable error defensivo de Postigo. No perdonó Isco y el Madrid respiró tranquilo.
Cuando el guión decía 1-3, se presentó Pazzini
Tanto, que Zidane sentó a Cristiano en un cambio que ni él mismo entendió. Cuando el guión apuntaba al 1-3, el equipo blanco se perdió en el intento de dormir el partido ante un Levante que se vino arriba tras una clara ocasión de Roger. Sintió que podía, apretó la grada y el Madrid sesteó. Se durmió en una triangulación en la banda y Pazzini debutó ganándose un huequito en los corazones de una afición granota que celebró el 2-2 casi como una permanencia.
Porque el punto es un pasito más hacia el objetivo, aprovechando el tropiezo del Deportivo en una jornada con la que no contaban. Tampoco contaba con fallar Zidane, que en su búsqueda de sensaciones se estrelló ante otro paso atrás de su equipo, al que sólo le queda una prueba más por delante antes de enfrentarse al toro bravo del PSG.
El estado físico, las dudas en defensa, la falta de revulsivos... los problemas se acumulan en un Madrid que si dio un pasito hacia delante en Mestalla, dio otro hacia atrás en Orriols. LaLiga es un campo de pruebas y entrenamiento para lo que se viene, que con todos los respetos y el méritazo de este empate, no será el Levante.