Según cuenta el diario luso 'A Bola', había un hombre en las gradas del partido entre el Moura y el Despertar que no paraba de importunar con sus amenazas al colegiado.
Éste, al no haber policía que interviniera, viendo peligrar su integridad decidió para el partido. Un partido que, recordemos, lo estaban jugando niños de diez años.
Fue entonces cuando ocurrió el genial incidente. Uno de los niños, llamado Martim Venâncio, se acercó al árbitro y le pidió un abrazo. "Le dije enseguida que sí y él me respondió 'señor árbitro, le pido disculpas por el mal comportamiento de mi padre", escribió el colegiado, según 'A Bola' en el acta del partido.
Por su gesto, el niño vio una 'tarjeta blanca', una herramienta de la Federación Portuguesa para fomentar el 'fair play' (sólo hasta categorías de menos de 14 años).
El colegiado, Edgar Ramos, no era un chaval. Lleva veinte años dirigiendo partidos, y aseguró al citado medio luso que estas acciones le motivan a seguir haciéndolo mucho más tiempo.
Luego está la versión del padre, João Venâncio. Éste acusa al colegiado de humillar a su hijo al ir a darle un condescendiente abrazo que nunca fue pedido.
El árbitro aseguró al escuchar esta versión que fue su padre el que se sintió humillado tras ver el gesto de su hijo y el reconocimiento del banquillo, que rompió a aplaudir tras ver como Martim veía la tarjeta blanca.