Uno de los aspectos en los que la Roma fue tremendamente superior al Barcelona fue el estado físico de su plantilla. Mientras los guerreros romanos exhibieron un vigor espectacular para el momento de la temporada en el que nos encontramos, el Barcelona acusó las molestias y problemas físicos de sus hombres clave.
En la defensa, un Gerard Piqué que lleva varias semanas con problemas y que, con todo, fue de lo mejorcito del Barcelona en la ciudad eterna. El central, aun así, fue superado en el hombre a hombre por Edin Dzeko y acabó cometiendo un inocente penalti sobre el bosnio que dio más fuerzas para la remontada a los de Di Francesco.
En el centro del campo estuvieron los grandes problemas de un Barcelona irreconocible. Rakitic acusó la carga de partidos en el peor momento y estuvo acompañado por dos futbolistas que han estado lesionados hace apenas un puñado de días.
Busquets, con protección en el pie y quién sabe si hasta infiltrado, fue una sombra de sí mismo y Andrés Iniesta también acabó dando muestras de fatiga y agotamiento por el parón obligatorio de su última lesión, recuperada a la carrera para el partido ante el Chelsea y aún no solventada del todo durante el parón internacional.
En ataque, Messi no fue esta vez el salvador y Luis Suárez no se reencontró con el gol fuera de casa en Europa dos años después, pero tampoco tuvo prácticamente oportunidades.
Eso nos deja con un Nélson Semedo que también ha estado lesionado prácticamente hasta hace dos días y por un Jordi Alba que tuvo molestias en la ida ante la Roma y que fue superado hasta en su principal virtud, el físico, por prácticamente todos los jugadores italianos.
Demasiados problemas para un Barcelona que no tuvo esta vez en Ter Stegen a su salvador, por mucho que el alemán se quedara a centímetros de parar el penalti decisivo.