Llegó primero Dembélé, a principios de temporada, y después Coutinho, en el mercado invernal.
Lo pasó peor el francés, que está viviendo una temporada complicada en el Barcelona, equipo al que llegó como una de las estrellas que iba a hacer olvidar la traumática marcha de Neymar.
Y es que a Dembélé le ha pesado su inexperiencia y la presión que le supuso ser considerado el sustituto de Neymar, además de los 105 millones que costó. A esto hay que añadir que las lesiones le han martirizado, por lo que desde el principio ha sido visto como un hermano pequeño por sus compañeros.
El idioma no ha supuesto mucha dificultad para el delantero, ya que la plantilla cuenta con jugadores de habla francesa, como Umtiti y Digne. Al principio, Dembélé no se separaba de ellos, pero ya se relaciona a menudo con otros compañeros.
El atacante también se suelta cada vez más en el terreno de juego y el sábado jugó su primer partido completo como 'culé' ante el Girona. Messi le estuvo buscando, sobre todo en los últimos minutos, para que el galo marcase. No pudo ser, pero se volvió a demostrar que el el vestuario le arropa.
En el caso de Coutinho, todo ha sido más fácil, pero también ha contado con el apoyo de sus compañeros. El brasileño contaba con la ventaja de que Luis Suárez, con el que coincidió en el Liverpool, es su amigo.
El uruguayo fue el anfitrión del brasileño a su llegada a 'Can Barça' y ahora incluso son vecinos. A ellos se ha unido Messi, que les lleva al Camp Nou o a la Ciutat Esportiva en su coche.
Coutinho, que habla español con fluidez, se lleva muy bien con Paulinho, aunque también con el resto de compañeros. Su carácter ayuda.
El vestuario del Barça está poniendo todo de su parte para que ambos se integren lo mejor y antes posible, algo que ha hecho que ambos den un paso adelante.