De Samu a Aspas no hay tantas diferencias. Los dos desprenden aroma a fútbol callejero cuando compiten, son esos jugadores 'ratoneros' que ninguna defensa quiere tener enfrente. Aman lo que hacen y, sobre todo, aman el lugar en el que nacieron. Málaga y Moaña, tierras de nuestros protagonistas, tan separadas y tan parecidas al mismo tiempo.
Del "no me voy, me venden" de Samu a su vuelta pasaron dos años y medio. El niño de piel tatuada ha regresado curtido, con experiencias más importantes en lo personal que en lo deportivo. Incluido en el 'pack' con Castillejo, los 'Zipi y Zape del Málaga pusieron rumbo a Villarreal con la etiqueta de jóvenes valores de futuro.
Samu se marchó después de que Schuster le diera la alternativa y Javi Gracia le consagrara. Autor de no demasiados goles, aunque todos de bellísima factura. Era el chico de los tantos bonitos, emblema de una afición que se quedó húerfana cuando cambió su barrio de La Luz por Castellón.
Dos años antes, el exquisito Iago Aspas cambiaba España por Inglaterra. Le esperaba el Liverpool que a punto estuvo de ganar una Premier, fue un salto cualitativo tremendo a nivel deportivo y económico. Pero Aspas no rindió, no acabó de adaptarse al fútbol británico y regresó a España, pero en este caso al Sevilla.
El gallego buscaba la cercanía de los suyos, caras conocidas que le hicieran más llevadero el día a día. Samu, mientras tanto, lo intentó a la primera de cambio, pero el Málaga del que se marchó no estimó oportuno un temprano retorno. En vista de las circunstancias, el malagueño aprovechó el fichaje de Javi Gracia por el Rubin Kazan para unirse a él.
Ni uno ni otro consiguieron prácticamente nada en su reseteo futbolístico. Aspas acabó hasta la coronilla de Emery y Samu, acostumbrado al sol malagueño, se perdió en la fría Rusia. Así, el blanquazul pasó por Leganés y Levante, donde tampocó destacó, hasta regresar al fin a Málaga.
Tras algún que otro quebradero de cabeza, Aspas se enfundó de nuevo la camiseta del Celta. Y volvió a ser Aspas. Bajo el cariño de su gente, el gallego ha regalado el mejor fútbol de su carrera: goles, asistencias, jugadas cinco estrellas y la sensación de ser un jugador superlativo. Su nombre, posiblemente, se cuele en la lista de Lopetegui para Rusia.
Es el espejo de Samu, que no tuvo reparos a la hora de reconocer que salir fuera de casa no le vino bien. "En otros clubes no estuve a mi mejor nivel, pero en Málaga no va a pasar", dijo un Samu que fue presentado horas después de disfrutar de La Rosaleda en partido oficial. Un estadio que confía en que su Samu se convierta en el Aspas malaguista.