La Justicia Italiana condenó a Robinho y a sus cinco compañeros por la violación de una joven en una discoteca de Milán en 2013 a nueve años de prisión.
Al futbolista brasileño se le juzgó 'in absentia', pero eso no evitó que fuera condenado por el crímen que se le imputó.
Robinho estaba tranquilo en Brasil, sabiéndose intocable, gracias a que la condena no era en firme, y por tanto Italia no podía exigirle la extradición al país sudamericano. Y así seguirá en Turquía.
Pese a que Italia y Turquía son firmantes del Convenio Europeo de Extradición, éste no afecta al caso de Robinho todavía, por la misma razón que no podía ser extraditado en Brasil.
Robinho seguirá dando esquinazo a la Justicia Italiana, riéndose del sistema que le condenó, pero que no es capaz de echarle el guante.