Un derbi siempre es un derbi. Valencia y Levante firmaron un partido entretenido y parejo, con reparto de ocasiones constante y un correcalles bastante atractivo. Pero todo quedó enmarañado por los errores arbitrales que terminaron dando un empujón definitivo al equipo de Marcelino para llevarse la victoria. A los puntos mereció ganar, pero no de esa forma.
Golpeó primero el Valencia por medio de Santi Mina, pero el Levante no tardó ni un minuto en contestar. De córner a córner. Del cabezazo de Santi Mina al remate de Postigo. El 1-1 abrió la veda de unos minutos locos, de un intercambio de golpes en el que ninguno se fue a la lona. Ahí fue mejor el Valencia.
Se fue el partido al descanso en pleno estado de dulzura. Había ganas de más. Salieron más reservones los equipos, pero el Levante dio un pasito al frente que desconcertó al Valencia. En esos minutos encontró el 1-2 en un testarazo de Coke a la salida de otro córner. Ya celebraba el lateral cuando el colegiado lo anuló por una falta que nadie comprendió. El enfado fue mayúsculo, sobre todo cuando en la siguiente jugada Vietto puso el 2-1 tras aprovechar un rechace de Oier.
Otro minuto loco, esta vez sin respuesta granota. Con el duelo roto, el Levante siguió intentando buscar la portería de Neto. Sobre todo tras la entrada de Bardhi. Inevitablemente, los espacios que generaba esa osadía fueron un caramelo para un Guedes que cabalgó a sus anchas a la contra. Regaló varios goles, pero entre Oier y el palo evitaron la sentencia.
La guinda al enfado granota fue el penalti
Siguió el partido abierto hasta que el colegiado señaló penalti en una acción entre Rober Pier y Zaza. Llegó antes el central, pero el partido se fue a los once metros ante las amargas protestas de un Levante que abandonó Mestalla muy enfadado con el trío arbitral. Parejo no falló y acabó con la dura racha de derrotas de un Valencia que saca los brazos para aferrarse a las cuatro primeras plazas.
Todo, a costa de un Levante que se quedó con la herida abierta y el descenso en el cogote. Además de un cabreo monumental que cada jornada va por barrios. Esta vez, se fue para Orriols...