El propio Gerard Piqué se encargó de calentar el derbi tras el cruce de Copa, enfatizando en su discurso tras eliminar al vecino "Espanyol de Cornellà", alimentando la ira de la parroquia 'perica'.
Más allá de la apertura de expediente por parte del Comité de Competición, la afición del Espanyol decidió tomarse la justicia por su mano y, como ya hiciere sin provocación, se dedicó a insultarle desde el inicio.
Tanta presión contenida explotó cuando marcó, dando rienda suelta a la rabia para mandar callar a la hinchada local, desafiando a todo un estadio que intensificó sus silbidos hacia el 'culé'.
Semejante escenario recordó al de Raúl González Blanco en el Camp Nou, que tampoco dudó en silenciar a sus aficionados cuando besó las mallas azulgranas.