La UVI tiene estas cosas. Que puedes estar al borde de la muerte y minutos después encontrarte estable y con buen pronóstico para salir de ahí. El descenso viene a ser algo así. Llegaba Las Palmas al borde de Segunda, con las sensaciones que implican el 6-0 encajado en Girona. Recibir al Valencia tras un mazazo así no es buena señal, pero los de Jémez sacaron la cabeza y recuperaron el pulso.
Todo lo que podía ir mal se puso aún peor. La defensa amarilla hacía aguas entre los pitos a Lemos de una grada que no le perdona sus intentos por bajarse del barco sin achicar agua. Así encontró Mina el camino del 0-1, gracias a un saque de esquina en los primeros compases del partido.
Se atisbó goleada en Gran Canaria y Santi Mina se topó con el palo tras tocar Chichizola un mano a mano que pudo sentenciar el partido y a un equipo que no era capaz de tapar los agujeros que tenía en defensa. El Valencia afilaba los colmillos a la contra, pero no contó con el subidón inesperado del equipo de Jémez. Viera, el clavo ardiendo al que suele salir mejor agarrarse, aprovechó una dejada de Calleri para empatar el partido.
El 1-1 abrió un correcalles que no encontró vencedor hasta el descanso. Acumuló ocasiones el Valencia, pero entre Chichizola y el infortunio, el partido se mantuvo 1-1. Las sensaciones de goleada en la segunda mitad eran palpables en la grada de un Gran Canaria que tenía más fe que santos a esa hora de la noche.
Paulista rompió el partido
Pero Paulista decidió echarles una mano en la segunda mitad. Primero con un penalti absurdo por alzar la mano de forma innecesaria. Las protestas le costaron la primera y la segunda amarilla al central brasileño, que como extra tampoco estará ante el Real Madrid en Mestalla. Calleri recogió el guante desde los once metros ante los últimos errores de Viera. El argentino no perdonó y el pulsómetro canario subió para dar estabilidad a un equipo que vive en el alambre.
Le cuesta un mundo defender con balón y Jémez sabe que su plan de meterse atrás nunca le ha funcionado. Siguió atacando y apretando en busca del tercero como mejor solución ante un Valencia inofensivo con diez. Fue metiendo Marcelino todo lo que había reservado para la Copa. Como el Atleti, se dejó la Liga de tanto pensar en la Copa, quién lo ha visto y quién lo ve...
¡Viven!
Guedes y Zaza reactivaron a un equipo que no encontró soluciones y que llegó a quedarse con nueve tras la expulsión de Rubén Vezo. Las Palmas se vio tan vencedor que le entraron los nervios. Estaban vivos y habían pasado la prueba del Valencia. El temblor de piernas era inevitable y mientras Paco se desgañitaba desde el banquillo, Zaza rozó el empate con una media vuelta prodigiosa.
El Valencia acumulaba casi tantas amarillas como tiros a puerta en un arbitraje que no sentó nada bien en el seno valencianista. Pasó el descuento sin que los de Marcelino pudieran hacer mucho más. Y Las Palmas celebró. La permanencia sigue lejos y el camino será largo, pero cuando va la vida en cada batalla, todo suma. ¡Viven! y su afición también lo sabe. No sólo ganaron tres puntos, también sumaron adeptos para creer en el milagro.
Y para milagro se le ha quedado la liga a un Valencia que apostó por la carta de la Copa y no tiene banquillo para doblete. A este ritmo, la Liga estará marchita en febrero. Qué penita...