Quizá porque sean amistosos, porque se trate de un banco de pruebas para el futuro. Pero lo cierto es que el zurdo madrileño lleva varias temporadas apilando méritos para recibir al menos la oportunidad. La misma que llegó en su día a su padre y al padre de su padre. Pero al fin y al cabo, ya llegó.
Ya es histórico que abuelo, padre y nieto hayan sido llamados por España alguna vez. Viene a confirmar que ese adn, ese apellido, es netamente futbolero. Ser producto de la cantera blanca es un sello de garantías, si bien parecía que el tren de la fama había descarrilado para Marcos Alonso.
Hasta que en la Fiorentina encontró su hueco. A la distancia siempre es más fácil llamar lo atención. Empezó haciéndolo a base de tremendos golpeos de falta. Fue ganando poso y peso (deportivo) y el Chelsea le dio un sitio de más relumbrón.
Entonces, el lateral zurdo se convirtió en rey del carril. Y perfectamente asentado, con gran madurez táctica y una gran lectura del juego, se convirtió en un buen pasador... que a día completa como también un oportunista goleador. Para sacar la herencia de abuelo y padre.
Si el partido del Camp Nou fue su último examen, Julen Lopetegui despejó dudas. No tiene el glamur de Hazard o Willian, pero ya es jugador vital en Stamford Bridge.
Tres recorridos
Marcos Alonso Imaz, el mayor de ellos, apenas tuvo dos oportunidades para ser interncaional, pese a haber jugado ocho años en el Madrid y formar los plantes de las cinco primeras copas de Europa.
Marcos Alonso Peña fue el más prolífico, con 22 entorchados internacionales y unos galones incuestionables vestido de rojo. En su memoria queda haber jugado el 12-1 a Malta. Eso sí, su carrera personal se hizo entre Barcelona y Atlético de Madrid.
La historia de Marcos Alonso Mendoza comenzará contra Alemania o Argentina. Tarde, a sus 27 años, pero a tiempo de poner el apellido entre los más privilegiados del fútbol internacional.