La pasión por el fútbol no paga el alquiler

Brecha salarial, techo de cristal, trabajo no remunerado (doméstico y de cuidados), acosos, violencia, violencia sexual, precariedad, segmentación... Todo esto y más es lo que denuncian las mujeres hoy y todo esto se sigue dando en el deporte. 

"Es de coña que tenga que venir a pitar mujeres", "ni es fútbol ni es femenino" (aplicable a otros deportes), "no tenéis ni idea de jugar a esto", "vete a fregar", "dedícate a las muñecas". Son frases que han escuchado jugadoras de primer nivel, futbolistas internacionales, de Primera, de Segunda, y prácticamente todas las niñas que aman el fútbol. 

Si Vero Boquete ha presenciado que un colegiado se queje y se ría de tener que hacer su trabajo, de tener que dirigir un partido de fútbol y solo por ser entre dos equipos de mujeres, ¿qué no habrán escuchado otras no famosas o en divisiones inferiores? 

Las diferencias económicas entre hombres y mujeres en el deporte son incuestionables, siendo el tenis el deporte profesional en el que la brecha salarial es menor, pero en el fútbol es abismal. 

Según un estudio de 'Sport Intelligence', Neymar cobra lo mismo que 1.693 mujeres. Es decir, lo mismo que todas las futbolistas de las ligas femeninas más importantes del mundo: Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, Suecia, México y Australia. Y en España, todos los sueldos de las jugadoras de Primera a duras penas alcanzan la décima parte del salario del brasileño.

La liga mejor pagada es la de Francia, con una media de 42.188 euros de ficha, el equivalente a un equipo puntero de la Segunda B masculina española.

Cualquier jugador del Barcelona y del Real Madrid (excepto Achraf) gana más que las diez mejores jugadoras del mundo juntas, ya que entre todas suman 1,5 millones de euros. Por mucho que se eche mano del argumento de la oferta y la demanda, de los patrocinios, esta brecha gigante es insostenible. 

Cada selección masculina clasificada al Mundial de Rusia obtendrá ocho millones de euros, un 300% más que el equipo femenino campeón del título. La excepción es Noruega, país en el que las dos selecciones absolutas cobrarán lo mismo anualmente gracias a que los hombres cedieron más de 58.000 euros para quedarse en 642.000 y así a las mujeres se les duplicó la cifra para llegar 640.000. 

Pero el problema no es solo la brecha salarial, sino también las condiciones precarias que encuentran las mujeres en la mayoría de deportes: no llegan al Salario Mínimo Interprofesional, no cotizan a la Seguridad Social, carecen de un convenio colectivo al que acogerse, no pueden acudir a una comisión mixta en caso de impago.

También las hay sin contrato o con contratos claramente abusivos, con cláusulas en las que renuncian a las vacaciones, las antiembarazo, la cesión de derechos de imagen sin contraprestación económica, etc. 

Contratos por horas, con conceptos muy desordenados que benefician a los equipos al no darlas de alta en la Seguridad Social como futbolistas por una cantidad total, tal y como explicó Queco Piña, coordinador del fútbol femenino de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).

Como ejemplo, en el PSG Femenino, un equipo plagado de estrellas y con uno de los presupuestos más altos, no dispone de condiciones ni remotamente parecidas a su homólogo masculino. Las chicas viajan en tren, pocas veces en avión, y no tienen un autobús propio para el equipo. 

Además, entrenan en una ciudad deportiva aparte y las primas son ridículas en comparación a las que perciben los futbolistas del conjunto francés. Si ganan la Champions, ellas cobrarán 5.000 euros por cabeza y ellos, un millón de euros cada uno.

Prácticamente todas las mujeres se forman paralelamente al fútbol, porque no hacerlo es una locura. "Hay mujeres que piensan que van a vivir de esto, y es un gran fallo, es inviable", ha dicho Nuria Sánchez 'Mulán', jugadora del Villarreal. 

Muchas tienen que rechazar ofertas deportivas para centrarse en sus carreras, porque centrarse sólo en la carrera deportiva es imposible si no se cuenta con una estructura económica familiar o alguna beca. No pueden plantarse en los 35 años sin haber cotizado.

Compatibilizar un trabajo con un deporte profesional es muy complicado y muchas se quedan en el camino, buscando la estabilidad y cansadas de unas condiciones precarias. La pasión y el amor por un deporte no pagan alquileres.

Esta formación o trabajo paralelo influye en todos los aspectos del deporte, ya que frena la profesionalización, algo que genera menos interés y esto, a su vez, menos patrocinios. Y si no les mejoran las condiciones tendrán que seguir haciéndolo, algo que evitará el avance. Es la pescadilla que se muerde la cola. La solución a este mal histórico estaría en el factor cultural.