En Cádiz no pueden olvidar al nuevo técnico del Málaga, José González. Allí se dio a conocer el nuevo capitán del barco blanquiazul, que tiene la complicada papeleta de enderezar la nave. Lo intentará con las mismas armas que siempre le han caracterizado: rigor táctico, solvencia defensiva y trabajo, trabajo y más trabajo.
Del José de su inseparable botella de plástico queda poco. Años atrás era más habitual ver enervarse al blanquiazul, agarrando una botella partido tras partido como si fuera su único tesoro. Los años, como él mismo confirmó en 'RNE' hace unos días, han dado paso a un José más sosegado.
Con esa voluntad toma el mando de un equipo que es colista, a siete de la permanencia. Tiene mimbres suficientes, a lo que suma refuerzos en este mercado invernal. Dijo en su presentación que estaría al menos año y medio en Málaga, lo que sería sinónimo de salvación. Y por su cabeza no pasa otra cosa que no sea cumplir su promesa.
Eibar será su primera parada. Un campo siempre difícil, con un equipo al alza y un entrenador desconfiado. No estará, por suerte para el Málaga, Sergi Enrich; cuya lesión de rodilla preocupa y mucho a Mendilibar.
José quiere aplicar su ley, que quizá ya no sea la de la botella pero que le ha traído éxitos recientes, como en su paso por Granada. Al gaditano se agarra el malaguismo, que sueña con sacar la cabeza del pozo y auparse a la zona más tranquila de la clasificación.