Los aficionados del West Ham no lo soportaron más. Su equipo estaba haciendo el ridículo una vez más, y varios saltaron al campo. Charlaron con los jugadores, pero ellos no eran el blanco de sus quejas.
Canalizaron sus iras hacia la tribuna donde se sentaba el propietario del equipo, a quien culpan de los males del equipo. La seguridad del estadio evitó que el incidente fuera a mayores.
El partido pudo continuar y logró finalizarse sin más incidentes, pero la FA ha tomado buena nota de lo sucedido, y la cadena británica 'Sky Sports' el máximo organismo del fútbol inglés podría sancionar al West Ham con la disputa a puerta cerrada de uno o más partidos por lo sucedido.