Renovado de manera vitalicia por el Barcelona durante la presente temporada, los días de Andrés Iniesta en el conjunto azulgrana pueden estar contados. Se está pensando su futuro y el 3-0 de la Roma puede ser definitivo para que tome una decisión en uno u otro sentido.
Sería injusto culparle a él del derrumbe azulgrana en el Olímpico de Roma, pero para ser honestos hay que decir que estuvo a años luz de su mejor versión. El manchego ha arrastrado problemas físicos durante toda la campaña y ha llegado con un claro agotamiento mental a la parte más importante de la misma, aspectos ambos que quedaron de manifiesto en el partido de vuelta de los cuartos de final.
El azulgrana, que fue junto a Xavi el estandarte del ciclo de éxitos más importante de la historia del Barcelona, parece haber empezado la cuesta abajo. Como le sucedió a Xavi en su día, su físico ha dicho basta y los miles de minutos que ha disputado durante toda su carrera empiezan a pesarle en las piernas.
Si hasta hace un par de meses su rendimiento estaba siendo bastante bueno en la hora de juego que venía jugando por partido, desde su última lesión no ha sabido reencontrarse con su mejor versión. Y el Barcelona ha acabado pagando su falta de ideas en el centro del campo también en Roma.
Salvador en Londres con una milagrosa asistencia a Messi, no pudo tener el mismo impacto ante los italianos y podría haberse despedido por la puerta de atrás de una competición en la que tocó el cielo en cuatro ocasiones con Rijkaard, Guardiola y Luis Enrique.
Sólo él sabe si le volveremos a ver vestido de corto en la Champions la próxima temporada o emprende un viaje al retiro dorado de China. Un nuevo camino que, en caso de que lo tome, estará totalmente merecido después de una carrera intachable y llena de servicios a un solo club.