El argumento del máximo dirigente del Gençlerbirligi radicaba en que aquello suponía un pésimo ejemplo para la juventud, de ahí que tomara ese determinación, a priori surrealista, como algo que cumplir a rajatabla. Además, con un ejemplo muy cercano que detestaba. "No equipo que mi sobrino vea esas cosas", llegó a afirmar hace unos años.
Aunque obviamente un club no tiene potestad para ese tipo de obligaciones, llegó a desafiar incluso a la UEFA. "Estoy harto de ella, espero encontrar otro sitio para jugar al fútbol", retó Cavcav. Su locura le llevó incluso a proponer a la Federación de Turquía que se multara con 9.000 euros a los jugadores que saltaran al césped con barba.
Aunque el luto en la ciudad de Ankara por su figura es importante, su fama entre los futbolistas no era la mejor. Su modelo presidencialista traspasaba fronteras y llegaba a inmiscuirse incluso en el tipo de vivienda o vehículo que se asignaba a los nuevos fichajes.
En varias etapas su intervencionismo también llegó a la parcela deportiva. Instó a entrenadores a tomar determinadas decisiones, incluso relacionadas con las horas de entrenamiento o la dieta de los futbolistas.
Recientemente, Cavcav aseguró que sus comentarios sobre los jugadores con barba "se habían malinterpretado", y que sólo recomendaba "un mejor cuidado de sí mismos". No obstante, muchos de los futbolistas que estuvierona a sus órdenes se marcharon muy aliviados cuando abandonaron Ankara.
İlhan Cavcav’ı saygı , rahmet ve özlemle anıyoruzhttps://t.co/xcMe5dFCz4 pic.twitter.com/2stckn8Ym0
— Gençlerbirliği SK (@kirmizikara) 21 de enero de 2018