Uno de los focos del encuentro del Bernabéu estaba en el banquillo del PSG. La remontada del Barcelona del pasado año sigue escociendo en París y el técnico, todavía con más y mejores armas que la temporada pasada, volvió a pinchar en hueso.
El vasco se vistió de valiente con el once ante el Madrid. Quiso mostrar personalidad y sorprender al rival con Lo Celso y Kimpembe. No había miedo al Madrid y había ganas de probarse ante un rival de entidad y en un escenario caliente como la ida de unos octavos de final de Champions.
La apuesta coqueteó con el éxito, pero cuando todo parecía encarrilado hacia la goleada visitante, un error de Lo Celso inició la condena de Emery en el Bernabéu. Penalti infantil del argentino y nuevo guión para un partido que se había puesto con claro color francés.
Movió ficha tras el descanso el técnico visitante. Meunier por Cavani para intentar hacer más daño por la espalda de Marcelo y proteger un poco más sus subidas. Para más inri, los dos goles del conjunto blanco acabaron llegando por esa banda... Respondió Zidane con Bale y el partido entró en un pequeño correcalles del que nadie salió vencedor. Sesteaban ambos equipos y ningún entrenador se atrevía a dar el siguiente paso.
Se decidió Zidane y ganó el partido. Asensio y Lucas. Velocidad y oxígeno para un partido con demasiada gente en reserva. Emery no respondió hasta verse 3-1 en contra. Draxler entró sin tiempo y Di Maria, que podría haber dinamitado el partido, se quedó en el banquillo.
Emery, golpeado, no completó ni los cambios. La pizarra se le volvió a bloquear en el momento clave. Le falló la valentía inicial y después acabó pecando de conformismo con un 1-1 que compraba ante la posibilidad de que el talento de Neymar o Mbappé rematara alguna contra.
Pero el talento también nota el desgaste y a Emery le acabó ganando la partida Zidane pese al 0-1 inicial. Hay buen envite para la vuelta, que será donde el vasco se juegue su futuro en París y en un proyecto magnánimo que amenaza con pegar otro petardazo.