El alemán y el colombiano son el Yin y el Yang de la eliminatoria. Fuerzas brutales, pero opuestas. Una extraña dualidad entre dos de los símbolos de la plantilla blanca y la germana. Dos maneras diferentes de ver el fútbol. Dos jugadores sin apenas parecido sobre el campo, pero complementados desde hace poco menos de cuatro años.
No son pocas las coincidencias que unen a Kroos y James. Partiendo desde lo primario, ambos son centrocampistas, aunque el alemán juegue más atrasado y James tenga predilección por el juego de ataque. Además de esto, los dos han defendido la camiseta del Real Madrid y la del Bayern de Múnich. Pero el mayor vínculo se encuentra en una fecha: verano de 2014.
El año del Mundial de Brasil, en el que ambos despuntaron, acabó uniendo sus caminos, que desembocaron en el Real Madrid. Uno, Kroos, llegó desde Múnich. El otro, desde el Mónaco, un equipo que se le quedó pequeño. Ancelotti les apadrinó y confió en ellos desde el primer día, siendo ambos titulares en la Supercopa de Europa ante el Sevilla, el primer partido oficial con ellos en la plantilla.
Pero lo que parecían dos carreras dispuestas a complementarse durante una larga etapa en Madrid, acabó desvaneciéndose a partir de la segunda temporada en la que compartieron vestuario. El adiós de Ancelotti perjudicó a un James que empezó a perder protagonismo a las órdenes de Rafa Benítez y al que, para más desgracia, una lesión acabó apartándole de los terrenos de juego durante dos meses. Kroos, sin embargo, no perdió galones, sino que fue ganándolos y se siguió afianzando como mariscal del centro del campo 'merengue'.
Con Zidane en el equipo la cosa no cambió. James cada vez empezó a ser menos protagonista a causa de un cambio de sistema que optaba por la incursión de Casemiro en el centro para dar más solidez en la medular. El brasileño se convirtió en un intocable para Zidane y el propio Kroos, además de Modric, ocupaban las dos plazas restantes en la sala de máquinas. Arriba, la 'bbc' era inamovible.
En el tercer año todo acabó estallando. Tras quedarse sin jugar ni un sólo minuto en la final de la 'Undécima', James vio cómo Isco le comía el terreno por completo. La última temporada del 'cafetero' en Madrid fue más que discreta (sólo jugó 33 partidos). Kroos, titular en todas las grandes citas, defendió la camiseta blanca en un total de 48 ocasiones.
La falta de sostenibilidad de la situación del colombiano le llevó a claudicar. Luchó el puesto que perdió en su segundo año pero no lo pudo recuperar. Kroos no tuvo que hacerse un hueco, ya que todos los entrenadores confiaron en él, prendados por su rendimiento.
James se quedó fuera de la convocatoria en la última final de Champions y decidió, en la conclusión del pasado curso, que abandonaría el club. Su destino fue el Bayern, ese mismo Bayern que dejó Kroos hace cuatro años y en el que comenzó a dibujarse un círculo que se cerrará en esta eliminatoria de Champions. El Yin y el Yang, frente a frente. Y en el horizonte, Kiev.