De forma injusta, es más sencillo que los delanteros acaparen los elogios por delante de defensores o porteros. Brilla más un gol que un corte providencial o una parada a ras de suelo. En el Barcelona, por ejemplo, es de obligado cumplimiento surtir de halagos a las dos partes del campo.
Porque más allá de la magia de Messi, el instinto de Suárez, la brújula de Iniesta o el sigilo de Busquets; en la tropa de Valverde hace tiempo que la zaga y la portería tomaron el protagonismo.
Empezando por Ter Stegen, posiblemente el mejor portero más en forma del mundo (con permiso de Oblak). El alemán es un seguro de vida y acumula jornada tras jornada minando la moral de su rival. Hasta Cillessen, su rival por los minutos, ve imposible quitarle el puesto.
Por delante, Ter Stegen puede estar tranquilo siempre que Piqué y Umtiti formen la pareja de centrales. El primero es santo y seña del club, además de un central imperial. El francés, con el paso de los meses, se ha convertido en uno de los mejores defensores del planeta.
Sin olvidar, por supuesto, la consistencia de Jordi Alba en el flanco izquierdo o la sobriedad de Sergi Roberto en el derecho. Semedo, Vermaelen o Digne, invitados a la fiesta, también han rendido a un gran nivel.
Sólo así se entiende que, hasta la fecha, el Barça sólo haya recibido 10 goles en lo que va de Liga. Nueve suma el Atleti, uno de los cuatro casos históricos que mejoran lo logrado por el Barcelona, que tiene el título en el bolsillo gracias, en parte, al éxito de su zaga.