El PSG se hizo dueño y señor del partido desde el primer minuto. El Toulouse no salía de su cambio, y casi ni sacando de puerta el balón llegaba al del PSG.
El dominio era aplastante, y, sin embargo, marcó el primer gol el equipo que parecía condenado a sufrir una lluvia de goles.
Tan volcado estaba el PSG en ataque que se olvidó de defender, y lo pagó. Max Gradel adelantó contra pronóstico al Toulouse, un tanto inesperado que congeló el Parque de los Príncipes.
Neymar, hiperactivo desde el primer minuto, se puso serio y buscó con energías redobladas el gol, y lo encontró. Disparó Rabiot desde la frontal, Lafont lo rechazó y ahí estaba el más listo de la clase. Salió de la nada y batió al portero rival.
Fue el comienzo de su exhibición. Porque suyo fue el pase para que Rabiot pusiera el 2-1 y remontase el partido. Fue un monólogo el resto del primer tiempo. Sólo atacaba el PSG. Sólo se defendía el Toulouse.
Tras el descanso, Neymar se tomó un respiro, y el Toulouse fue liberándose. Sucedió entonces una de las jugadas clave del partido.
Pastore, recién entrado, buscó la internada de Verratti con un bellísimo taconazo, pero el italiano no llegó al balón. Se tiró a por él y derribó a Jullien. Amarilla. Como ya tenía una, roja.
Verratti no se lo podía creer. Había dejado a los suyos con uno menos por una acción que no consideraba ni que fuera falta. El jugador sostenía que no tocó al rival, y así parece que fue.
Pero la decisión estaba tomada. Verratti, a la calle, y el PSG, con uno menos. ¿Le entraría el miedo a los de Emery? No. Porque Neymar provocó un penalti que Cavani, muy fallón, convertiría.
Era el 3-1, el de la tranquilidad, pero el Toulouse no había dicho su última palabra. Poco después, aprovechando un córner a favor, el propio Jullien remataba el que sería el 3-2. ¿Se pondría nervioso ahora el PSG?
Tampoco. Más bien, todo lo contrario. En inferioridad, reapareció Neymar. Se echó el equipo a la espalda y empezaron a llover los goles. Los golazos.
Primero, Pastore. Recibió en la frontal, miró a puerta y decidió que quería ponerla en la escuadra. Así fue.
Después, Kurzawa. Sacó rápido Neymar un córner, a media altura, y el lateral francés remató de forma acrobática, de tijera, el 5-2.
Aún quedaba lo mejor. La última exhibición de Neymar, ese futbolista de fantasía al que se le nota que le encanta jugar a esto. Se fue de cuantos rivales quiso dentro del área y redondeó su estelar actuación con otro gol. Otro golazo. El segundo en su cuenta.
Este PSG es un equipo temible, como bien ha experimentado en sus carnes el Toulouse.