El último Madrid-Barça llevó el nombre de Messi escrito en el broche. El argentino silenció el ansia del Madrid, que se fue en el descuento a presionar un saque de banda cuando el empate era suficiente. El argentino apareció sigiloso para amansar al Bernabéu, que aquella noche fue el territorio de Messi.
Fue James el que puso el 2-2 cuando el hambre del Madrid más se notó. A expensas de un partido aplazado, el cuadro blanco seguía siendo líder. Pero los de Zidane, en su afán por dar la estocada al eterno rival, acabaron pagándolo.
Sergi Roberto agarró la pelota y se lanzó al campo contrario como si fuera la última jugada de su vida. Cuando su esfuerzo pereció, André Gomes tomó el control y vio por el retrovisor al incombustible Jordi Alba. Pase atrás, la misma de siempre, y zurdazo de Messi al palo corto. El éxtasis.
La celebración será para siempre inolvidable. Camiseta fuera y su nombre señalado bajo un 2-3 definitivo. La gran noche de Messi en el Bernabéu. Ganar en el 92 siempre es diferente.
Hace no demasiadas fechas, con Argentina concentrada en Rusia, a Messi le preguntaron por un gol que nunca fuera a olvidar. A pesar de que hace tiempo aseguró que su favorito fue el que marcó al United de cabeza en una final de Champions, Messi se acordó del tanto del último 'Clásico'.
Y resulta irónico que un gol que será por siempre icónico no tuviera fruto. No lo tuvo para Messi, no lo tuvo para el Barça, que terminó mordiendo el polvo el pasado año a pesar de que su '10', el azote blanco, derrotó sobre la bocina al Bernabéu.