Klopp, amante del fútbol ofensivo y vertical, no es demasiado popular por tejer equipos de retaguardias fiables. El alemán siempre elige un 4-3 a un 1-0. En Vicarage Road sus convicciones se le volvieron en contra.
Okaka y Doucoure retrataron a la zaga 'red', insegura y bisoña. Ni Matip ni Lovren aportaron contundencia, tampoco acompañaron los laterales. Por si fuera poco, Mignolet siguió siendo Mignolet.
Así se llegó a poner por delante el Watford. Primero con un gol tras saque de córner pésimamente defendido. Empató Mané y Doucoure volvió a abrir una zanja tras un horrible repliegue de la defensa 'red'.
El Liverpool tocó arrebato y remontó a goles de Firmino y Salah. Pero Klopp, en busca de amarrar los puntos, se traicionó y su Liverpool prefirió recular y perder tiempo en lugar de matar el partido.
Así llegó el jarro de agua fría, en forma de un gol de Britos en el 93 tras un córner en el que Mignolet evidenció una falta de seguridad supona. Puntos que se van, nuevo tiro en el pie de un Klopp que sigue sin diseñar un Liverpool sólido.