De acuerdo que el fútbol no tiene sólo un camino. La rudimentaria Grecia fue campeona de Europa. El método Simeone alumbró dos finales de Champions. El Milan defensivo de Capello le enseñó a Cruyff cómo bordar el fútbol en el OAKA. Todos los librillos tienen su oportunidad; pero no todos los maestrillos deben ser considerados unos ejemplos.
Guardiola vs. Mourinho, el yin y el yang del fútbol. Dos filosofías triunfadoras, dos currículos casi iguales, con un par de Champions por bandera cada uno. Si Pep gana a Mou, habrá igualado al luso, que ya había levantado el título en tres de las grandes ligas (España, Italia, Inglaterra). Pero no, ni eso ni la Premier supondrán su gran triunfo.
Mientras sublimaba su carrera y la gloria del Barcelona, al de Santpedor se le posó una mosca en la oreja. Mourinho, su némesis, le propuso un doble reto: vencer y convencer. El luso se preocupó más de la cuenta en fastidiar al eterno rival; por momentos parecía más enfocado en erigirse en el 'antiguardiola' que con hacer campeón al Real Madrid. Esa obsesión le ha ido apocando como entrenador.
Triunfos y derrotas
Mientras Pep pensaba en ganar la guerra, Mou se volcaba en cada batalla, con algún coletazo previo en el Chelsea e incluso cuando dejó el banquillo blanco. Mientras el catalán ganaba, con un sextete, con el triunfo de una filosofía, con un once de cantera, el portugués, creía ganar. Con dedos en el ojo. Con ruedas de prensa pirómanas. Perviritiendo y sobrexcitando a futbolistas como Pepe, Sergio Ramos o Motta. Con susurros al oído de Pep. Envenenando a Casillas contra Xavi para destruir la esencia de 'la Roja', esa que le escocía por tener claro ADN Barça.
Ni siquiera el gran triunfo de Mourinho fue tal. Cuando el Inter apeó en semifinales de Champions al gran Barça, la noche de los aspersores, en esencia no ganó. El todo vale le llevó a ubicar a sus reyes, Eto'o y Milito, de laterales. A destruir, perder tiempo y a perpetrar la celebración más rastrera. A saberse representante del fútbol que no queremos para nuestros hijos.
Tampoco esa fue la gran derrota de Guardiola. Ni en la final de Copa que venció el Madrid al Barça en la prórroga. El día que Pep realmente perdió contra el luso fue en la previa de la ida de semifinales de Champions de 2011.
Sucumbió Guardiola, harto de tanta provocación. "En esta sala él es el put* jefe, el put* amo. Le regalo su Champions particular fuera del campo, que la disfrute y se la lleve a casa", llegó a clamar en una conferencia versada casi exclusivamente en el luso. Horas después, en el campo, Messi ajustició al Madrid. Pero ahí Guardiola supo que había perdido.
Y ahora...
Siete años después, sus cara a cara se manejan más mansos. Mourinho sigue siendo un tipo al que le gusta llenar de piedras el camino de los rivales; Guardiola, en Alemania y ahora en Inglatera, continúa abriendo nuevas sendas al fútbol, rehaciéndose incluso de sus fiascos, como el del Bayern.
Por eso este sábado el City, con 16 puntos de ventaja sobre el United, seguramente se coronará campeón de la Premier. Logrando una ventaja histórica. Con sólo una derrota, y ante el único que le intenta ganar jugándole de verdad al fútbol, Jürgen Klopp.
Pero, sobre todo, en la cara de Mourinho. Para recordarle que su triunfo trasciende los puntos y hasta el campeonato. Es una filosofía atractiva y de respeto al fútbol. De un tipo abnegado y que ha querido evolucionar. Un entrenador admirable más allá de lazos amarillos y fobias políticas.
El portugués sigue viviendo de su currículo y su verborrea. Cada vez más manidos. Que han conseguido que hasta el templo del respeto, Old Trafford, le haya pitado. Rácano y carente de autocrítica, sólo le queda evitar el alirón 'citizen' en el derbi de Manchester como consuelo, un consuelo que intentará equiparar mediáticamente con un alirón.
Cerrar la estadística
Guardiola es el técnico que más ha ganado a Mourinho, en nueve ocasiones. La décima, si es que se produce, habrá cerrado el ciclo y las heridas. Puede que el luso se autoexpulse para huir del oprobio o que ya tenga preparado un repertorio de cortinas de humo en la rueda de prensa posterior. Intentando ser el put*, el put* amo.
Aspirando a ganar sólamente ahí mientras el fútbol triunfa de verdad.