En aquel entonces, los dos últimos descendían, y los dos siguientes se jugaban seguir en Primera contra el tercero y el cuarto de Segunda, respectivamente. Celta y Rayo ya estaban descendidos, y Cádiz y Tenerife se jugaban seguir en Primera, pues el que perdiera, promocionaba seguro.
El Heliodoro era una olla a presión. Había costado mucho volver a Primera, 29 años, nada menos, y no iban a vender cara la derrota.
El Tenerife salió como un vendaval al partido, pero pronto todo se torció. Doce minutos tardó Manolo Hierro, hermano del madridista Fernando, en abrir el marcador, de la forma más ridícula que se recuerda.
Cedió el balón a su portero, de una forma tan comprometida, tan rematadamente mala, que el uruguayo Belza no fue capaz de agarrar el balón y se metió en su portería.
Fíjense si fue una cesión comprometida que el portero ni pudo atajarla, ni agarrarla, ni nada, en un tiempo en el que haberlo hecho no hubiera sido sancionado. Las cesiones al portero eran legales.
Hierro, despedido el anterior verano por ese Barcelona en plena remodelación que se convertiría en el 'Dream Team', fue el antihéroe de la tarde. Porque el defensa del Tenerife realizó el único disparo a puerta del Cádiz en todo el partido. Como suena.
Los cadistas, cómodos defendiendo, se encerraron. Ferrer, cedido al Tenerife por el Barcelona, se hinchó a poner balones al área, pero el gigante húngaro Josef Szendrei detuvo todo balón que merodeó su área.
Tres casi 80 minutos de puro asedio, el pitido final. El Cádiz se salvó. El Tenerife se condenó a tener que jugar la promoción, a doble partido contra el Dépor, otro equipo en gérmen de un gran equipo. Una promoción que, a la postre, lograría el conjunto 'chicharrero'.
Tenerife y Cádiz vuelven a enfrentarse en el Heliodoro Rodríguez López esta tarde, y el Cádiz debe defender el 1-0 logrado en el Ramón de Carranza. ¿Lo logrará sin chutar a puerta como entonces?