Hace unos meses, el diario 'Marca' sacó su historia a la luz y ahora, mediante una entrevista, el brasileño, actual jugador del Tombense (Segunda División Brasileña), ha revelado que en su etapa como jugador blanco empezó a odiar el fútbol.
Alipio recuerda que en el momento de su fichaje sentía unas molestias en la rodilla que el club no le ayudó a tratarse: "Cuando me contrataron, todos sabían que tenía una tendinitis en la rodilla derecha, pero no me dieron tratamiento. Me trataba yo sólo. Tomaba antiinflamatorios por mi cuenta. Llegó un momento en el que no podía jugar y el Benfica me ayudó a recuperarme. Acabé operándome y dos meses después me lesioné el ligamento cruzado de la otra rodilla... y otra operación".
Las lesiones le privaron de lo que pudo ser una carrera prometedora: "Después de eso me fui cedido a Chipre. Desde la segunda operación quise parar de jugar. Después de haber visto cómo es el mundo del fútbol me desilusioné con mucha gente".
Además, su situación personal no le ayudó en un Real Madrid que le hizo tomarle algo de hastío al fútbol: "Soy huérfano de padre y madre. Mi madre murió cuando yo tenía 10 años y a mi padre no le conocí. Pienso que si les hubiera tenido para aconsejarme y presionar al Madrid, hubiera sido mejor. Los agentes me forzaron para jugar estando mal".
"Tal y como hicieron las cosas conmigo, estoy en contra de que un jugador cambie de país por una carrera. En España mi mundo se resumía al fútbol. No tenía ni familia ni amigos. Vivia para el fútbol y eso no me hacía feliz. Un equipo no puede comprar a un jugador y esperar que se adapte solo, no, eso requiere tiempo y hay que hacer algunas cosas por él fuera del campo. El fútbol nunca tuvo paciencia. En mi caso, no creo que las expectativas me perjudicaron, sino los problemas físicos", concluyó.