El Conte entrenador tiene ante el Barcelona su primera gran prueba de fuego. No se han visto las caras hasta la fecha, por lo que el estreno supone un doble o nada para el italiano. No obstante, la ventaja moral e histórica es para él, aunque haya que extrapolarse a su época como futbolista para ello.
Era una Champions diferente. Aún se jugaban dos fases de grupos y, tras ella, se accedía directamente a cuartos de final. Allí se plantó la Juve como segundo del grupo D y de manera apurada, pues hubo triple empate a puntos con Deportivo y Basilea, aunque el average le acabó sonriendo. El Barcelona, por su parte, arrasó en el grupo A, con cinco triunfos y un empate. Pero el favorito cayó en la trampa italiana.
Conte lo vivió, pero desde el banquillo. Ni en la ida ni en la vuelta tuvo minutos. Aunque lo disfrutó por igual y ahí tiene un elemento motivador, puesto que ese Barcelona iba a por todas en Europa.
En la ida, el resultado fue ligeramente favorable para el Barcelona, después de que Saviola igualara el tanto tempranero de Montero. Pero, en la vuelta, saltó la sorpresa. Nedved adelantó a los italianos a los 53 minutos. Xavi respondió rápido, pero no hubo más movimientos y se tuvo que jugar la prórroga. En ella, Zalayeta, a tres minutos del final, dio el pase para la Juventus en una de las pocas acciones destacadas de su carrera deportiva.
El equipo turinés acabaría jugando la final de la Champions en Manchester, aunque conoció la crueldad de perderla en la tanda de penaltis frente a sus vecinos del Milan.
Los tiempos han cambiado bastante. Antic y Lippi, ahora retirados, eran los inquilinos de aquellos banquillos. Luis Enrique, que puede suplir a Conte al término de esta campaña, fue rival del italiano en ese enfrentamiento. Y Conte, pese a que hace 15 años de aquello, tenía bastante menos pelo que hoy en día.