Estaban siendo los cuartos de final de las sorpresas. Cayó el Atlético, teórico favorito, ante un Sevilla imperial y el Real Madrid se dejó comer la tostada ante un Leganés muy serio y que entró por méritos propios en la historia de la competición con su victoria en el Santiago Bernabéu. Pero en este Barcelona no hay lugar a la sorpresa. No la hay si Leo Messi está en el campo.
Tal vez el argentino no firmó su partido más virtuoso ante el Espanyol, pero demostró que en otros ámbitos del juego también es el rey. Fueron su lucha y su convencimiento los que generaron los dos tantos del partido y, tras el descanso, fue él quien supo manejar el partido con un resultado ajustado que nadie esperaba.
Misma idea, distinto resultado.
El Espanyol intentó repetir la puesta en escena de hace siete días en Cornellà, pero el Camp Nou es otra cosa. La acumulación de hombres de Quique no funcionó esta vez y el Espanyol se pasó la primera parte encerrado en su campo, sin una sola oportunidad con la que asustar al Barcelona.
El técnico de los 'pericos' copió hasta el extremo el planteamiento del choque de ida, calcando el cambio de Darder por Baptistao en el descanso y metiendo a Melendo hacia el final en busca de un milagro que esta vez no llegó.
No lo hizo porque enfrente estuvo un Barcelona que no está para concesiones. Si el fútbol es un estado de ánimo, los azulgranas viven en una felicidad constante que no ha hecho sino ser acrecentada por la llegada de Coutinho y Mina y por los tropiezos que acumula el eterno rival semana tras semana.
Siempre Messi.
El Barça se adelantó de la manera menos preciosista. Leo Messi recuperó un balón y cedió para Aleix Vidal, que se la puso en la cabeza a Luis Suárez para que superara a Pau. No habían pasado ni diez minutos y la eliminatoria ya estaba igualada.
Ni siquiera por esas cambió un ápice los planes el Espanyol y así, como no podía ser de otra forma, llegó el segundo tanto azulgrana. Messi porfió un balón junto a Aleix en el vértice del área y lo probó, con tan buena suerte -mala para el Espanyol- que su golpeo tocó en Naldo y descolocó a Pau. 2-0 y ahora que era el Espanyol el que tenía que ofrecer algo más si quería estar en semifinales.
Otro Espanyol.
Los 'pericos' subieron algo la línea de presión y el equipo lo notó, mejorando y no sufriendo prácticamente nada hasta el final de la primera mitad. En la segunda, con la entrada de Léo Baptistao, los 'pericos' sí que cumplieron con lo esperado y mantuvieron la emoción de la eliminatoria hasta el final.
Pudieron haber dado la sorpresa los blanquiazules en dos internadas del propio delantero brasileño que acabaron en flojo chut y en centro sin rematador con caída sospechosa de Gerard Moreno ante Jordi Alba, pero quien mereció el tercer tanto fue el Barcelona.
Los de Valverde crecieron con la entrada de Coutinho -buenos minutos los suyos- y pudieron sentenciar al Espanyol en sendos remates de Luis Suárez, tras asistencia del brasileño, y de Messi, que se topó dos veces con el palo de la portería de un inspirado Pau.
No hubo goles y el Espanyol ni tan siquiera pudo sembrar la duda en los últimos minutos en el área de Cillessen, pues a los de Quique la gasolina no les dio para más. El 'Rey de Copas' podrá seguir defendiendo su trono y buscará una nueva final.