Diez operaciones de una misma lesión parecen argumento suficiente para tirar la toalla. Más aún cuando tu currículo está repleto de grandes momentos y será difícil mejorarlo. Pero el afán y el espíritu de superación de Santi Cazorla están a prueba de bombas. Fruto de ello, en las horas previas al Arsenal-Atlético de Madrid protagonizó una gran noticia.
En un Emirates sin más protagonistas que él y un auxiliar del cuerpo técnico de Arsène Wenger, se vio una faceta del asturiano insólita desde que en octubre de 2016 comenzó su cuesta abajo física.
Como si el tiempo no hubiera pasado, se le pudo observar con bastante confianza haciendo ejercicios de control y pase. No fue una sesión de mucho voltaje, aunque el mero hecho de verle tocando el balón ya dio esperanzas de cara a verle de nuevo sobre un terreno de juego.
Ya dejó claro recientemente el entrenador 'gunner' que añoraban su fútbol y el salto de calidad que siempre ha imprimido a todos los equipos en los que ha estado.
Camino de los 34 años, Cazorla comenzó una pesadilla en un partido de Champions contra el Ludogorets. Hasta el punto de gangrenársele ocho centímetros de piel en el tobillo y que le tuvieron que ser extirpados.
Los mensajes que le trasladaban los médicos eran bastante pesimistas. No ya solo para volver a jugar al fútbol, sino de cara a su vida normal. Estas imágenes dejan claras sus ganas de volver a ser futbolista.
La sonrisa contagiosa nunca la perdió, siempre fue parte de su carácter. Pero verla de nuevo sobre un terreno de juego es un valor que no entiende de aficiones ni rivalidades. Hoy es el fútbol el que sonríe.
It's only Santi bloody Cazorla out on the Emirates pitch!!!! pic.twitter.com/uZHdQiko5c
— Charles Watts (@charles_watts) 26 de abril de 2018