Salvo durante unos pocos minutos, y en un par de ocasiones aisladas, el encuentro sólo tuvo un color, el 'rossonero' del Milan. Los de Montella han jugado un partido gris, porque pese a dominarlo, fue incapaz en casi 98 minutos de perforar la meta rival.
El Milan no ha jugado bien. No ha reaccionado adecuadamente tras la derrota ante el Inter. La afición esperaba más, y con razón.
El AEK se dejó hacer durante casi todo el partido. Su objetivo era el empate, y no buscó a Donnarumma más que cuando el Milan se lo permitió. Se defendió, eso sí, cual gato panza arriba.
En la primera parte sí hubo algo de fútbol, en forma de ocasiones para ambos equipos. El centro del campo fue testimonial durante un tiempo, y los ataques se sucedieron, pero eso cambió en la segunda.
El AEK renunció al balón, el Milan se lo apropió, y encajonó a su rival en su área. Pero todas las ocasiones, todos sus disparos, todas sus internadas quedaron en nada. La mayoría de las veces, por el acierto de Anestis, quien ha firmado un partido espectacular. Sobre todo la segunda parte.
Montella introdujo varios cambios para intentr revertir esta desesperante situación, y el Milan empezó a jugar algo mejor, pero siguió siendo incapaz de marcar el tan ansiado gol.
La crisis de resultados sigue viva, agravada, más si cabe, por un empate que sabe a muy poco, ante un rival que renunció antes de tiempo a ganar.