Álvaro Ratón vio su primera amarilla en el minuto 88 del partido contra el Oviedo. Con 0-0 en el marcador, Linares le dio una patada, él se dolió en el suelo y el árbitro no sancionó nada.
Pidió la entrada de las asistencias y el colegiado consideró que estaba perdiendo tiempo, por lo que le sacó la amarilla. No contento con eso, las asistencias no pudieron entrar.
Se añadieron nada menos que seis minutos de descuento, y en el último del mismo llegó el culmen del absurdo.
Se dolía Edu García sobre el terreno de juego, y Ratón se interesó por él. El árbitro le llamó la atención, pues quedaba un único minuto del descuento y no quería que se perdiera más tiempo.
Edu se incorporó, ayudado por Ratón, y el árbitro llegó como una exhalación, amarilla en mano. Se la mostró con un impetuoso gesto, y Ratón alucinó con la situación.
No se lo podía creer, pues esa amarilla fue la segunda. A la calle. Por recibir una patada e interesarse por su compañero.