Fue en el partido de la Segunda División de Holanda, que enfrentó al Den Bosch y al Dordecht. Los ultras del equipo local llevaron el ánimo hasta un punto demasiado elevado y, al situarse en las gradas bajas del estadio, los objetos y las bengalas llegaron facilidad al personal del estadio.
El que pasó momentos de terror fue un joven recogepelotas que salió corriendo en el momento en el que el árbitro dictaminó la suspensión del encuentro durante unos minutos al señalar el túnel de vestuarios.
El capitán Azizov intentó consolar y secarle las lágrimas al recogepelotas.