El Burnley quiere hacer de su estadio un entorno seguro. Para ello ha concluido la instalación de bolardos a prueba de vehículos en sus entradas.
Las barreras se desplegarán antes, durante y después de los partidos, cuando más aglomeración de personas hay en el perímetro.
"Estos bolardos están en su lugar para detener la entrada de los automóviles a Harry Potts Way" (una calle paralela al estadio) "y proteger a los peatones a medida que entran y salen del recinto", explicó el club en sus redes sociales.
En 30 segundos las barreras quedan completamente desplegadas, pero no obstaculizan el paso a ciclistas o peatones en silla de ruedas. Treinta segundos es también lo que tardan en 'esconderse', para permitir el paso de, por ejemplo, una ambulancia al recinto.