Se vivió una curiosa situación en el partido que enfrentó a Barcelona y Olympiakos en el Camp Nou de Champions League. Sobre el minuto 10 de partido, el crack argentino, Leo Messi, sacó una pastilla de su calceta y se la llevó a la boca.
Se trataba de una pastilla de glucosa, y lo más probable es que el argentino se olvidara de tomarla durante el calentamiento o justo antes de comenzar el encuentro.
La glucosa es un monosacárido (no puede ser diluido en agua) y está encuadrada dentro de los carbohidratos. La fucnión de los carbohidratos es energética, por lo que es muy importante en el mundo del deporte.
Las pastillas de glucosa son bastante usuales en deportes de resistencia y de larga duración. Aunque no siempre son imprescindibles, sí son recomendables en los casos en los que el deportista sea diabético, en esfuerzos de larga duración o en ejercicios aeróbicos de alta intensidad.
La glucosa es el combustible del cuerpo, sobre todo en la primera media hora de práctica de un ejercicio moderado, pero las reservas de glucosa en el cuerpo son limitadas, por lo que la intensidad del ejercicio también será determinante. La glucosa es una fuente de energía rápida, es decir, el organismo dispone de ella casi inmediatamente.
De ahí, que los suplementos de glucosa, ya sea en pastillas o geles, son tan utilizados. Su uso está dirigido a paliar la merma de reservas de glucógeno muscular conforme va aumentando el tiempo de actividad física de alta intensidad.
La ingesta de estos suplementos se hace siempre bajo una estricta supervisión médica, más aún en deportistas de élite.
Este control se debe a que una ingesta demasiado alta de azúcar puede provocar que nuestro organismo, ante níveles anómalos de azúcar en sangre, se defienda poniendo en funcionamiento la enzima de la insulina para neutralizar dicho pico de glucosa.
El resultado final será que la insulina deja los niveles de azúcar por debajo de lo normal, lo que en rendimiento deportivo se traduce en una disminución en el rendimiento.