Morir en la orilla es doloroso, pero guarda un peculiar honor que permite a los equipos pasear de vuelta a casa con la cabeza bien alta. Así acabó el Lyon esta semifinal. Entre las lágrimas de la ocasión perdida y el orgullo de haber puesto contra las cuerdas a un Ajax que pudo haber sentenciado antes o haberse quedado sin la ansiada final.
Porque el partido fue otra oda al fútbol total. Los ataques se impusieron a las defensas y eso que el gol de Dolberg amenazó con liquidar el pastel antes de tiempo. Pero Lacazette quería despedirse a lo grande del equipo de su vida y puso todo de su parte para ello.
Respondió a la majestuosa definición de Dolberg forzando un penalti que él mismo transformó y remachando a la red un buen pase de Fekir. Todo en cuestión de minutos, cuando el Ajax ya se veía en vestuarios con un 0-1 demoledor.
El partido había cambiado por completo. La afición francesa alentó a los suyos, que salieron en tromba a por el tercero. Marcarlo pronto era clave para remontar. Tardó en llegar, pero la sensación tras el 3-1 de Guezzal fue la misma.
El estadio entró en ebullición y el Lyon fue un martillo pilón en busca de la heroíca. Forzó la expulsión de Viergever y todo pareció ponerse de cara. Casi con el tiempo cumplido, el reloj aparentó pararse. Cornet controló solo en el segundo palo, la bajó a su pierna buena y ajustó tanto el remate que se marchó besando el palo.
Sin querer, todos supieron que la final había pasado por ese remate. Lo siguió intentando el Lyon, pero el Ajax aguantó el tipo y ganó una lección de madurez que hará crecer a un equipo tan joven y prometedor como este. Los holandeses vuelven a una final europea muchos años después y vuelven a colocar al talento holandés emergente en uno de los focos más esperados del año.
Viene otra generación gloriosa desde la cuna de Cruyff. Suficientemente armada para superar a la generación de un Lyon que se agota y al que le tocará reinventarse en verano. Los dos lo merecieron tras regalar una semifinal prodigiosa, pero en esto del fútbol sólo podía quedar uno. Y fue el Ajax. Bendito y jovial Ajax.