Desde el primer minuto quedó claro que el Benfica iba a sufrir de lo lindo en Basilea. Porque sólo necesito el Basel dos minutos para inaugurar el marcador.
Fue Lang el autor del primer tanto, al que seguirían otros cuatro, a cada cual más ridículo. Antes del descanso, en el minuto 20, Oberlin duplicaba la diferencia, pero no terminaría ahí el castigo.
En la segunda parte el Benfica terminó de cortocircuitarse. Primero, con un penalti de Salvio que convertía Van Wolfswinkel. Fue el aperitivo al desastre.
Tres minutos más tarde, en el 63', Almeida perdía los papeles y veía la roja directa, y el Benfica desconectó del todo. El partido fue una verbena y el Basel no perdonó. Al menos no perdonó demasiado.
Porque ganando 3-0 y con un hombre más, anotó otros dos goles, el cuarto de Oberlin, el segundo de su cuenta, y cerró la paliza Riveros, en el minuto 77.
De ahí hasta el final, el conjunto local se relajó. No era plan de humillar (más) a un ya bastante destrozado Benfica.