"Jugábamos donde había espacio abierto, que a menudo estaba en la calle y teníamos que esquivar los coches. Fui golpeado muchas veces, pero seguí adelante porque nunca quise perder la posesión. Nada podía separarme del balón y aprendí mucho de mis experiencias en la calle", comenzó diciendo Keita.
Naby Keita, hoy el futbolista africano más caro de la historia, comenzó jugando en las calles, a veces descalzo. "Jugábamos con todo lo que podíamos y yo podía tener nada en los pies o, a veces, jugaba con zapatos viejos y dañados", reveló.
Esos duros inicios han marcado el futbolista que es hoy. Sin embargo, el fútbol sólo fue su prioridad, nunca la de sus padres. "Querían que estudiara. Sentían que la educación era la más importante y más estable, pero no había nada más para mí que el fútbol", rememoró Naby.
"Lo intentaron y lo intentaron, pero pudieron ver dónde estaba mi cabeza y mi corazón. Todos en la comunidad les decían que yo era el mejor jugador de Conakry y, finalmente, mis padres me dijeron que sabían que tenía un don especial, así que apoyarán por completo mi sueño", agregó.
Con sólo doce años, los ojeadores le recomendaron empezar a pensar en irse a jugar a Europa. Cuatro años más tarde realizó su primera prueba en el Viejo Continente.
No hubo suerte. Probó fortuna en Francia, pero clubes como el Lorient le rechazaron. Pasó su adolescencia entre Guinea y Francia, de prueba en prueba, pero sus lagunas tácticas siempre le lastraron.
Su fútbol era de la calle, no de la academia. "Durante estas pruebas, ¡los entrenadores me pedían que hiciera cosas que nunca había escuchado! Usaban términos de fútbol que yo no podía entender y daban instrucciones de las que no tenía ni idea. No sabía sobre tácticas y cuando fui rechazado eso es lo que me dijeron", confesó.
El Le Mans fue el club que supo ver el verdadero potencial del guineano, pero las dificultades económicas que atravesaba el equipo hicieron que tuviera que empezar en el modesto Istres.
"Había esperado tanto, tuve tantos reveses y cuando tuve mi primera oportunidad, quería demostrar que pertenecía a Europa", dijo Keita, rememorando el partido de prueba al que fue sometido para entrar en el equipo.
Comenzó su meteórico ascenso. Era un diamante en bruto que no podía ser ocultado por mucho tiempo. Y en su camino apareció el Red Bull Salzburg. De ahí, al de Leipzig hubo un paso.
Sadio Mane, hoy en el Liverpool, fue su 'padrino'. Con él coincidió en el Salzburg, y con él se reencontrará en Anfield el próximo curso. Un salto en su carrera, el menudo futbolista sigue sin olvidarse de sus humildes orígenes.