Tenía órdenes de seguir de cerca el Islandia-República Checa amistoso que se iba a disputar en este parón internacional. El ojeador reservó un pasaje para Reykjavík, y para el estadio Laugardalsvöllur de la capital islandesa que se fue.
Sin embargo, cuán mayúscula sería su sopresa al enterarse de que el partido no se jugaba en Islandia, sino en Doha, Catar. Un nimio error de 7.000 kilómetros de distancia y 30ºC de diferencia térmica de nada.
De la anécdota se hizo eco la prensa islandesa (entre otros, el portal 'Fotbolti.net'), después de que el ojeador, confuso como pocas veces en su vida, llamase a la Federación Islandesa tras encontrarse el estadio cerrado el día en que se suponía que se iba a jugar el partido.