El Atlético llegó pensando en dos a la vez porque su corazón estaba dividido entre Londres y Roma. El equipo rojiblanco terminó siendo perseguido por el Chelsea hasta que acabó muriendo en la fase de grupos de esta Liga de Campeones. La Europa League será el consuelo de un amor que ya tenía varios años. En concreto, dos finales, una semifinal y unos cuartos.
Simeone sorprendió con la vuelta de Torres a Stamford Bridge. En 2014, el 'Niño' fue el que le marcó a su Atlético con la camiseta del Chelsea, pero terminaron pasando los 'colchoneros' con goles de Adrián, Turan y Diego Costa. Esta vez, con Courtois de azul, no hubo la misma suerte. Corazón roto.
El Chelsea le dejó el balón al Atlético como si estuviera en su casa, pero los 'blues' fueron aumentando su peligro conforme avanzaba una relación que no tuvo final feliz. Álvaro Morata probó suerte dándose la vuelta en un palmo y buscando la escuadra de un Oblak que volvió a mantener vivo al Atlético, evitando la que pudo ser una goleada.
Entre Morata, los arreos de Zappacosta y la magia de un Hazard desatado, el Atlético jugaba con fuego. Oblak salvó dos goles con dos manos prodigiosas, siendo una de ellas tras un disparo que se colaba por la cepa del poste, buscando el agujero más pequeño.
Al final de la primera parte se llegó con las mismas posibilidades para el Atlético, pero era la crónica de una muerte anunciada tras ver que el Chelsea estaba siendo mucho más peligrososo.
Adios a la Champions League
Mejor llámenlo a él. Al jugador que marcó el gol 100 del Atlético en Champions. Saúl volvió a aparecer para hacer soñar de nuevo al Atlético con un gol de cabeza tras una prolongación de Torres. Sí, el 'Niño' apareció de nuevo en Stamford Bridge. Pero antes, Oblak siguió gritando bajo los tres palos que es el mejor portero del mundo: paradón tras paradón. Morata, desquiciado.
Filipe la mandó al poste hasta que Saúl logró penetrar en la portería de Courtois, pero poco después llegó el gol de la Roma. Ya no había posibilidades y sólo quedaba el orgullo. Hazard, que fue el mejor del Chelsea, rompió en cada jugada a la defensa del Atlético hasta que terminó hiriendo de muerte, y tras varios años, al Atlético. El balón pegó en Savic y se coló dentro.
El partido acabó con el Chelsea feliz y el Atlético triste. Griezmann no llegó con la punta de la bota a un balón que se esfumó como el camino del Atlético en esta Liga de Campeones. Era difícil y la crónica ya estaba anunciada, pero había que morir peleando a la vista de miles que no pudieron hacer nada.