La temporada 2017-18 nos está dejando un Cristiano Ronaldo de tres caras. Desquiciado y expulsado en la Supercopa, donde también fue protagonista, inoperante en Liga, donde casi ni se ha estrenado, y goleador en Champions, donde no ha faltado a la cita con el gol ni un día.
El luso huele sangre y se transforma en Europa y llega a su competición favorita con ganas de poner punto final a su mala racha. Sus nefastos números ligueros contrastan con lo conseguido en la Champions, competición en la que es el máximo goleador con seis tantos.
Comenzó la campaña europea anotando dos tantos en el 3-0 al APOEL y fue decisivo en la victoria ante el Borussia Dortmund en Alemania (1-3) con dos nuevos tantos. Ante el Tottenham, pese a que los blancos no fueron capaces de ganar, Cristiano volvió a dejar su marca.
Hizo el 1-1 en el partido de Chamartín de penalti y maquilló el marcador en Londres con el 3-1, anotado a diez minutos de la conclusión. No está siendo la temporada del luso, pero en Europa todo puede cambiar y ya vimos cómo la medicina Champions curó al peor Cristiano hace un año hasta convertirle en el héroe de la duodécima Copa de Europa del conjunto blanco.