El Madrid va rompiendo gafes poco a poco, pero no logra acabar con todos a la vez. Ante Las Palmas consiguió su primer gol a balón parado de la temporada. Y lo hizo Casemiro, nada de Ramos o Cristiano, que siguen con su particular pelea con los palos (uno para cada uno hoy). 15 partidos después, los de Zidane se estrenaron en un arte que dominaron hasta el abuso durante el pasado curso. El rival fue un caramelo que no supo aprovechar un conjunto blanco que sigue con su particular peregrinación para reencontrarse.
Ayestarán se parapetó desde el inicio, intentando sacar el balón con un plantel angustiado por los resultados y sin la calidad de un sello que se ganó con otros jugadores. La avería final pudo ser seria, pero este Madrid ha perdido el olfato. Ya no huele la sangre como antes. Y cuando la huele, no logra exprimirla. Y se agobia. Así andan Cristiano o Benzema, peleados con el gol y con sí mismos. En el caso del luso, hasta el punto de no celebrar una asistencia. Pensará el portugués que por qué no le llegan a él pelotas así, pero visto su estado, tampoco es seguro de gol un regalo como el que le puso a Isco en el 3-0.
Casemiro abrió la lata merecidamente y recuperó la esencia de los balones parados. Eso espoleó a los de Zidane, que se vieron capaces de romper otros maleficios. Pero no... este equipo sigue siendo de sus secundarios. Apareció Asensio para mandar un misil a la escuadra con la facilidad con la que uno lo imagina desde el sofá. El balear sigue suscrito a los golazos, los mismos que le mantienen como máximo goleador del equipo junto a Isco, que no faltó a su cita con el gol ante la ausencia de los habituales.
Se incorporó para remachar una contra y ponerle firma a otro gran partido del malagueño. El Madrid goleaba, incluso intentaba divertirse, pero el Bernabéu era consciente de que faltaba algo. Benzema, marcado desde el mano a mano que perdonó en el primer minuto, vivió otra noche aciaga. En cuanto a Cristiano, cuando encuentre el gol, romperá a meterlos de forma exagerada. Lo hace todo, pero no consigue nada. Su sonrisa desesperada ante cada fallo le delata. La ansiedad se ha comido al mejor jugador del año, que tiene ahora dos semanas para reencontrarse.
No está para goleadas este Madrid
Como las tendrá un Madrid que funciona a rachas. Vitolo fue capaz de poner en algunos apuros a los de Zidane, pero tampoco mostró mucho más Las Palmas. Porque no lo tiene y porque no juega acorde a su situación. Por eso a Ayestarán le quedan dos telediarios en las islas. Si el Bernabéu era un ultimátum, se marchó con el suspenso. Sólo el momento del Madrid evitó una goleada escandalosa propiciada por las concesiones de una defensa demasiado juguetona con el balón. Hay trabajo por delante para salvar la categoría.
El 2-0 calmó a Zidane, que hasta se atrevió a dar descanso a Casemiro. Minutos para Marcos Llorente y confianza para el chaval a la espera de Kovacic, al que el francés añora como agua de mayo. Como en partidos anteriores, el técnico acabó sacando a todas las piezas que podrían propiciar el tanto de Cristiano, pero tampoco llegó.
Lo buscaron Lucas, Isco, Asensio, Marcelo y hasta Dani Ceballos... pero nada. Mientras tanto, los secundarios se bastaron para mantener el barco a flote, seguir a ocho del Barcelona y afrontar el parón con ánimo reconstructivo. En dos semanas toca examen en el Wanda.