No lo llamen PSG. Esto es el París Saint-Neymar. Apenas lleva un par de semanas en Francia y el brasileño se ha hecho con el mando de un club con historia como el parisino gracias a su juego y a sus diabluras.
Dicen que el fútbol es un estado de ánimo. Sólo así se entiende el giro radical que ha pegado un PSG que hace un año era un equipo con enormes dudas y con notables lagunas de juego, y que hoy parece el mismísimo Barcelona reencarnado en la figura de un Neymar que por fin se ha transformado en Messi.
Igual que el argentino contagia a sus compañeros en la Ciudad Condal, Neymar ha logrado sacar lo mejor del PSG en sólo un puñado de días. El brasileño se divierte y sus aliados lo han entendido a la perfección, ofreciendo lo mejor de su juego lejos del encorsetado planteamiento de un Emery que ya empieza a comprender que tendrá que dejar a su equipo hacer.
Pastore ha recuperado su mejor fútbol de golpe y hasta Kurzawa se animó ante el Toulouse con una chilena que parecía más sacada de un juego de videoconsola que de la realidad. Una realidad en la que se ha convertido este PSG, que olvidó los problemas defensivos y arrolló a un modesto Toulouse que acabó humillado y goleado pese a acabar con un hombre más.
El 'show' ha llegado a Francia y esto no ha hecho nada más que empezar. Este Neymar sí que huele a Balón de Oro.