El Madrid consiguió un doblete histórico gracias a muchos aspectos. Los goles de Cristiano, la 'flor' de los minutos finales, la constancia... y su banquillo. Zidane se llevó elogios de todos lados por su manera de entender las rotaciones, a veces llevadas al extremo. Un curso después, su filosofía no ha cambiado, pero sí la aportación del 'plan B'.
Los números son drásticos y ejemplifican verazmente la situación. En 14 partidos, el banquillo del Madrid ha sumado a la causa ocho goles y tres asistencias. Cifras que no parecerían tan malas de no ser comparadas con las de la 16-17. A estas alturas, la segunda unidad blanca acumulaba ya 20 tantos y 17 pases de gol.
A pesar de la llegada de hombres como Ceballos, Llorente o el regreso a casa de Borja Mayoral; la tropa de Zidane se ha quedado vacía con el adiós de Morata y James. Siete goles y ocho asistencias arrastraban ya entre los dos la campaña anterior en estas mismas fechas.
Tampoco está siendo el mismo Lucas Vázquez de antaño, a pesar de que la confianza de Zidane en él se ha mantenido. De los revulsivos, sólo Asensio parece aguantar tirón. Sin embargo, la estrella del '20' se ha ido diluyendo, llevando al balear a encarrilar un último mes y medio de competición a un nivel que, si acaso, roza el aprobado.
En definitiva, el 'plan B' del Madrid pone sobre la mesa bastantes menos argumentos que el año pasado. Zidane tiene un problema y, asumiendo que sus rotaciones son sagradas, sólo le queda al francés aguardar a que la segunda unidad cambie el paso. El Madrid lo necesita.