Isco llegó al Madrid en el verano de 2013. Casi cuatro años después, ha disputado de blanco 185 partidos, ha anotado 32 goles y ha dado 42 asistencias. Esta temporada, sin ser fijo en el once, se está destapando. El Bernabéu le quiere en el once cada jornada.
La historia de Isco empieza en el Benamiel, un humilde club de Benalmádena (Málaga). Casi 11 años separan a las dos fotos que ilustran este texto. Ya no ofrece las figuras redondeadas de entonces, pero la forma arqueada de sus piernas y sus peculiares andares son los mismos. Los genes son los genes...
Isco despuntó muy pronto en el Benamiel y cada llamada de la Selección Malagueña (equipo al que defiende en la foto superior) era una celebración. Con 14 años el Valencia llamó a su puerta. El Málaga, entonces en Segunda, no pudo ofrecerle un transporte para que se entrenara a diario con las inferiores. En aquella época previa a la llegada del presidente Al-Thani la cantera no era prioridad.
El joven Isco marchó a tierras levantinas, pero a los pocos meses quiso volver a casa. "En Navidad estuve a punto de marcharme, pero mi madre me dijo que fuera fuerte y que aguantara un poco más, que ese era mi sueño y tenía que luchar por él, así que me quedé", declaró en 2009.
Debutó en el primer equipo del Valencia, pero con Emery apenas tuvo continuidad. Al técnico del PSG nunca le convenció. "Debe controlar el peso porque tiene tendencia a engordar", dijo Vicente Mir, otro antiguo entrenador del mediapunta.
Llegó el Málaga, pagó los seis millones de su cláusula, alcanzó unos cuartos de Champions, fue 'Golden Boy' y el Madrid no tardó en aparecer por la puerta. Ganador de la Eurocopa Sub 21 en 2013, su otro gran reto es consolidarse en la Selección Absoluta.
Aunque de joven Isco nunca escondió sus preferencias 'culés', antes de firmar por el Madrid estuvo cerca de fichar por el Manchester City. Manuel Pellegrini, su "padre deportivo", como así lo ha bautizado Isco,quiso racanearle varios millones al Málaga. El club costasoleño aceptó una mejor oferta de los blancos.
Casi cuatro años después, la metamorfosis de Isco es evidente: del chico de carnes sonrosadas al hombre que aspira a alzarse con uno de los puestos de la supuestamente intocable 'BBC'. Del futbolista que se enredaba en los detalles técnicos al que gobierna partidos, los decide, marca y asiste. Un Isco nuevo que espera renovar... y tener más minutos en el Madrid.