Si hay algún valor ligado sobremanera al Real Madrid es el de la épica. El conjunto blanco se mueve como nadie en ese tipo de escenarios y una Liga conquistada por ellos, necesitaba de momentos heroícos, de triunfo cuando casi todo el mundo ya habría perdido la esperanza.
Y particularmente en esas lides, Sergio Ramos es el capitán general a la hora de sobrevivir en el alambre. Barcelona, Betis y Deportivo comprobaron el ángel del sevillano en esos minutos finales. Esa afamada 'zona Cesarini' que debería plantearse cederle el nombre al central del Real Madrid.
Aunque lo de rescatar partidos en los tramos finales, no sólo ha sido algo exclusivo del equipo de Zidane en un año más que curioso para ese tipo de estadísticas. El Sevilla de Sampaoli se abonó a los triunfos postreros y fueron muchos los encuentros de esta Liga los que se decidieron con goles en los instantes finales.
Hasta Messi y el Barcelona se terminaron apuntando con algún que otro sonado triunfo sobre la bocina. Sobre todo el del Bernabéu, cuando el argentino incendió la Liga con un gol al más puro estilo Real Madrid. En el 93', con el tiempo cumplido y arrancando media Liga del bolsillo de un Madrid que se la acabaría llevando.
Incluso la lucha por la Europa League se terminó decidiendo con un gol de Juanmi sobre la bocina en Balaídos. Otra muesca más para un año que pocos olvidarán en cuanto a emociones de este tipo se refiere.
Se echó en falta algo más de emoción en la batalla por el descenso, pero ese pescado se fue vendiendo demasiado pronto y acabó sin existencias antes de lo habitual.
La famosa flor de Zidane, a la que todo el mundo ha hecho referencia durante algún momento de la temporada, ha terminado marcando un año intenso. Fueron muchos los guiones de tragicomedia que terminó firmando el conjunto blanco a lo largo de un curso en el que tuvo que levantar bastantes adversidades para terminar recuperando el centro de una Liga que llevaba cinco años sin levantar.
Remontadas, goles en los últimos diez minutos, empates in extremis... el Bernabéu se convirtió al masoquismo en muchos tramos de la temporada, aunque esta vez fue para disfrutar de muchos finales felices y de uno muy especial, el que les ha llevado a comer perdices con el título de Liga en la mano.