El fútbol es un juego de reglas sencillas pero ejecución compleja. Consta de dos porterías, una en cada extremo de un rectángulo, una pelota, se enfrentan dos equipos compuestos por once integrantes cada uno y gana el que más veces introduce el citado esférico en el arco contrario.
De un arco a otro pueden pasar muchas cosas, y hay personas que han pasado a la historia por hacer de cada movimiento de un punto a otro un bello arte, un lienzo impresionista, una película de Fellini, un vals bien acompasado, pero no hay gloria, no hay vítores ni palmadas a la espalda si al final el mencionado balón no entra. En el fútbol cuenta mucho el medio, pero infinitamente más el fin.
En la vida triunfa quien da las voces en la cocina, quien planta la bandera o lleva su bólido el primero a la meta. En el fútbol reinan los que dominan las áreas y en esta suerte el PSG se está erigiendo en un avezado experto. Ni un gigante como el Bayern pudo detener la marabunta.
El PSG se apoya en tres chacales voraces llamados Neymar, Mbappé y Cavani. Los tres manufacturaron los goles y pasaron por encima de un Bayern que fue devorado como un pececillo en un lago repleto de pirañas. El fútbol es gol, el gol es dinero y el PSG compra más caro que nadie.
El conjunto alemán, con Robben y Ribéry en el banquillo, demostró saberse el libreto. Hizo suya la pelota e intentó aportar pausa al juego. Le buscó las grietas al PSG y en algunos momentos las encontró. Pero cuando el balón cayó en las botas de Neymar, Mbappé o Cavani no hubo posibilidad. Sólo la de alzar la bandera blanca.
No hay que confundirse: el PSG no hizo un juego preciosista, no firmó una actuación para la historia, ni siquiera asfixió a un Bayern que tiró más veces que el bloque francés (12 por 15). Simplemente, pegó mucho más. Y con espacios, su ataque es Tyson. El Bayern, con un 63% de posesión, no tuvo margen de respuesta.
Exhibición de pegada
El primer latigazo de Neymar fue decisivo. El brasileño mareó a la defensa, ésta no basculó y Alves, llegando desde atrás, aplicó la primera brecha. Con 1-0, el cuadro de Ancelotti se vio obligado a dar un paso adelante y los espacios construyeron para Mbappé y compañía una especie de patio de recreo.
El gol no desnortó al Bayern, y cerca estuvo por medio de Müller de equilibrar la contienda. Entre Areola y la falta de tino el Bayern no logró su objetivo y entonces emergió el príncipe Kylian. Si en París reina Neymar, Mbappé es el sucesor del trono.
Cavani forzó una pérdida casi en el centro del campo, corrió Mbappé, esperó la llegada del uruguayo y éste fusiló desde la frontal. Ni diez toques necesita el PSG para deshacerse de sus rivales. Perezoso Neymar en el festejo, luego él y Cavani sellaron la paz.
El show Mbappé siguió tras el descanso. Otra cabalgada por la derecha, con un recorte dejó a Alaba en simple alevín y su centro acabó en tanto de 'cazagoles' de Neymar, atento al rebote.
El Bayern, en 'shock', no encontró el camino del gol que sí pisó el PSG desde el minuto uno. El primer tanto de Alves le sorprendió, aceleró en busca del empate y corriendo no hay quien gane a este PSG. Es la furia de una manada llamada Neymar, Cavani y Mbappé.