Trent Alexander-Arnold, apunten su nombre. A sus 18 años, este bisoño lateral derecho puso la primera piedra del Liverpool para estar en la fase de grupos de la Champions. Él convirtió un gran tanto de falta directa que, unido al afortunado gol de Milner, situaron al Liverpool prácticamente en la fase de grupos de la competición.
Y, realmente, los de Klopp no fueron mejores el Hoffenheim. Tanto que en los primeros 15 minutos de juego el equipo que dominó fue el local. Fruto de ese empuje llegó un claro penalti cometido sobre Gnabry... que Kramaric dilapidó de froma casi cómica.
Porque el atacante del Hoffenheim lanzó la pena máxima con poca fuerza y al centro. Un regalo para Mignolet y para Klopp, que pudo suspirar aliviado. Poco después, Arnold sorprendió a todos con una falta directa que tomó una rosca perfecta ante la que nada pudo hacer Baumann.
Fue un duro golpe para el cuadro de Nagelsmann, que en la segunda parte chocó una y otra vez contra sí mismo. Creó fútbol, llegadas y centros; pero sus atacantes demostraron una alarmante inoperancia.
Así las cosas, tras un fallo de Salah, Milner se aprovechó de un error arbitral para situar el 0-2 con la ayuda de un defensor. Antes de que el balón besara las mallas, un jugador 'red' sacó una falta con el esférico en movimiento en las narices del árbitro, que hizo caso omiso a la acción.
Pero el fútbol no podía ser tan cruel con el Hoffenheim, que le puso picante al partido de vuelta gracias a un buen gol de Uth, que pinchó con el pecho un balón que venía con nieve. Su chut posterior, imposible para Mignolet.
El próximo miércoles, segundo 'round' de una eliminatoria decantada para la tropa de Klopp que, sin hacer nada del otro mundo, salvó la papeleta en el Rhein-Neckar-Arena.